lunes, 6 de enero de 2014

CINE COLOMBIANO: ESTÉTICA, MODERNIDAD Y CULTURA








Esta obra, publicada recientemente por la Universidad del Cauca en la ciudad colombiana de Popayán,  interpreta un conjunto de películas creadas en Colombia, la mayoría de ellas realizadas durante las dos últimas décadas del siglo XX. Al descifrar posibles significados de estos relatos a la luz de sus motivos estéticos, se busca pensar a Colombia a través del cine y aportar ideas críticas sobre nuestro devenir social. Los capítulos están organizados de acuerdo a criterios que fueron encontrados lentamente en el desarrollo del análisis fílmico. En algunos casos es obvia la agrupación de cintas, como en la parte correspondiente al narcotráfico o el conflicto armado. En otros, la motivación de la integración responde a conexiones de sentido que hallamos entre los distintos relatos y que ponemos a prueba en esta investigación. Dichas conexiones son finalmente la expresión, bajo distintos ángulos temáticos, de ideas como el reconocimiento, la intersubjetividad, y los imaginarios sociales, que progresivamente tomaron una importancia estratégica en el contacto con el poder evocador y simbólico de los relatos, para perfilarse como ideas comprensivas.



LINA, EN "BAJO EL CIELO ANTIOQUEÑO"



La secuencia temática responde parcialmente al proceso dinámico de la sociedad colombiana en un tiempo que comprende fundamentalmente el siglo XX. Tal circunstancia tiene una explicación obvia, pues el cine colombiano aún no ha formado un corpus suficientemente representativo de películas referentes a nuestra historia más antigua (situación que sí ocurre en el caso de importantes producciones para la televisión). Las películas consideradas en los dos primeros capítulos apuntan a realidades sociales y culturales en la década de los años veinte que se prolongan hacia la mitad del siglo; la diégesis de los filmes, es decir, el universo humano que imaginan, nos entrega ese punto de arranque, que en todo caso remite al pasado remoto, pues podemos distinguir con claridad en ese corpus a la religión católica, informando la moral, la familia, y el ejercicio del poder en la sociedad colombiana; nuestra interpretación de las películas hace aflorar antagónicas concepciones del imaginario religioso en la apropiación que personajes históricos como María Cano y León María Lozano, hacen de él (Capítulo I).




Se aborda luego a la conflictiva cultura política, en su forma singular de dominio que traspasa integralmente las relaciones jerárquicas entre las clases sociales, así como el protagonismo cultural del caudillismo (Capítulo II). En el trasfondo de tal conjunto integrado por la religión y la cultura política, describimos y valoramos, gracias a las narraciones, el espíritu de los personajes como forma particular de la intersubjetividad, la ciudadanía y la conciencia popular.
Posteriormente, rompiendo la secuencia temporal, encontramos un acercamiento a mundos provincianos (Capítulo III) y la consideración sobre influencias de la literatura en el cine (Capítulo IV). El sentido cronológico se vuelve aquí ambiguo, aunque guarda una afinidad con imaginarios tratados en los dos primeros capítulos. De un lado, advertimos caracteres y fábulas propias de mundos provincianos relacionados con tradiciones de antaño, y surge otra vez el cuestionamiento sobre la moral católica, ahora dando sentidos junto a algunos mitos de raigambre indígena y popular, y por ello podemos afirmar que complementan dialécticamente el asedio anterior acerca de la religión mayoritaria de Colombia (Primera Parte del capítulo III). Pero por otro lado, los significados postulados en esta parte respiran en un espacio muy amplio que se proyecta desde la tradición hasta nuestra actualidad, pues recrean artísticamente a la provincia colombiana como entorno geográfico y espiritual que ostenta diferentes variantes en su ethos y promueve símbolos de identidad para hoy y mañana (Segunda Parte del capítulo III). La literatura influyó nuestro cine a través de la realización de obras fílmicas que tenían una evidente inspiración en lo novelístico, y en narradores importantes de Colombia que aportaron con ideas y guiones a nuestra cinematografía. Bajo tales familiaridades entre el cine y la literatura proponemos interpretaciones culturales que se prolongan hacia la reafirmación romántica de antiguos imaginarios cristianos y hacia la crítica de la sociedad machista y patriarcal latinoamericana.
Se consideran a continuación dos fenómenos cruciales de la segunda mitad del siglo XX en Colombia, que fueron narrados desde diferentes posturas estéticas y políticas por el cine: el conflicto armado y el narcotráfico.

EL RÍO DE LAS TUMBAS


El primero se puede asumir como una continuación del núcleo político conflictivo caracterizado al inicio del libro, sin que encontremos con ello un encadenamiento exacto y totalmente determinado, pues faltarían nuevos filmes para colmar con profundidad esa continuidad en el tiempo y para realizar un análisis correspondiente (Capítulo V). El segundo caso es un foco muy definido, que responde a lo que en Colombia viene ocurriendo desde la década de los años setenta en torno al narcotráfico, y a las consecuencias culturales de esa violencia (Capítulo VI). En ambos segmentos se analiza el papel revelador de los caracteres de los personajes, en el seno de tramas narrativas referidas a conflictos de la sociedad colombiana, y el papel crítico que cumplen los relatos para comprender parcialmente esa realidad. También en esta sección hacemos una reflexión estético-política sobre la violencia y la guerra, bajo las incitaciones surgidas en la lectura fílmica.

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Hay un horizonte que se avizora en el capítulo acerca del narcotráfico, y se extiende hacia los posteriores: el proceso de urbanización de Colombia durante la segunda mitad del siglo XX, y algunas de sus implicaciones sociales y espirituales. Un punto de vista que enriquece esta perspectiva es la evolución del cine nacional, que corre pareja a la urbanización y a la tortuosa modernización, en un movimiento de doble vía, pues el lenguaje artístico se afina cinematográficamente, y en ese empeño de exploración expresiva nos entrega creativamente significados de la vida urbana y la vivencia de los individuos. Los hallazgos cinematográficos se advierten, de un lado, en el contexto de lo que llamamos una recreación fílmica de la vivencia y la intersubjetividad en la ciudad, que moviliza una exploración psicológica de la conciencia humana, en sus conflictos y sentimientos, sus miedos y utopías, sus acciones y fracasos, como formas enfáticas de una subjetividad reflexiva y de su inserción dialéctica en la vida social (Capítulo VII). En otro capítulo, analizamos conexiones entre el género tradicional de la comedia y ciertas creaciones de nuestro cine que la recrean con originalidad, enriqueciendo el carácter fílmico de la narración en la misma medida que forjan posturas irónicas y utópicas frente a la sociedad (Capítulo VIII).


De este modo, la integridad de este libro es una conceptualización que desde el análisis de los filmes, y en el contexto de ciertas intertextualidades historiográficas y sociológicas, reflexiona críticamente sobre Colombia, gracias al poder narrativo de las películas y a la caracterización de los personajes. Aquellos seres de la ficción que analizamos en el marco de las tramas narrativas, reflejan los avatares de la intersubjetividad y la ciudadanía, las afirmaciones y límites del género, las confrontaciones de los indígenas, las violencias y sus huellas espirituales, la dialéctica de la cultura política, las afirmaciones diversas de lo mítico diferenciado de la religión católica; todas ellas proyectadas por el cine y por una compleja sedimentación histórica, en algunas generaciones de hombres y mujeres de la Colombia del siglo XX y de inicios del XXI.  El corpus de películas no alcanza a considerar totalmente la numerosa producción de narraciones que tenemos en Colombia hasta hoy; responde en su selección a los criterios temáticos anteriormente anotados y a la evidente importancia de ciertos filmes en el concierto nacional.

REFERENTES TEORICOS

Aunque no se trata de una apropiación literal, el espíritu de este libro suscribe con familiaridad la propuesta teórica de Paul Ricoeur, en su libro Tiempo y Narración (Siglo XXI. Tres Volúmenes. México. 2000), y sus ensayos aparecidos en el libro: Del texto a la acción  (F.C.E. México.2000). También nos orientan autores como Aristóteles, Edmundo Husserl, Hans-Georg Gadamer, Maurice Merleau-Ponty, Teodoro Adorno, Max Horkheimer, Cornelius Castoriadis, Arturo Andrés Roig, Horacio Cerutti, Carlos Monsivais, Estanislao Zuleta, Jean Mitry, Serguei Eisenstein, Siegfred Kracauer, Jacques Aumont, Edgar Morin y Ernst Cassirer. Es importante para esta investigación la contribución de numerosos autores de la historiografía colombiana –y en menor escala, de la sociología-  que son citados en su momento.

Sobre los principios epistemológicos que informan esta investigación, procuramos realizar una fenomenología hermenéutica, que nos enseña a sentir y pensar exhaustivamente con los textos, y a considerarlos como un instrumento eminente del ejercicio reflexivo que discurre a medio camino entre las figuraciones simbólicas propias de la realidad social, y las acciones prácticas y comunicativas que concluyen la apreciación de la obra de arte. La interpretación de lo fílmico es una mediación en el camino hacia el diálogo con la comunidad, así como un medio ejemplar para agenciar la praxis política.
Para configurar ese proyecto crítico y hermenéutico adoptamos el recurso metodológico del análisis fílmico intrínseco, en aspectos propios del lenguaje cinematográfico y la semiótica de la imagen. Este universo de expresión y experiencia de la obra, nos abre significados en la misma medida que estos se confrontan con nuestras interpretaciones, en un círculo creciente de comprensión. Por otra parte, en ese recorrido que va de obra a su lectura, desplegamos un diálogo con aportes de la historiografía, la sociología y la literatura, que contextualizan y amplían nuestras interpretaciones sobre lo fílmico. Al redondear un movimiento entre análisis fílmico y aportes disciplinarios de algunas ciencias humanas, apuntamos hacia un cuestionamiento axiológico de la sociedad colombiana.
El horizonte teórico que preside estos enfoques disciplinarios es una tentativa de realizar parcialmente una crítica de la cultura. Asumimos la cultura como “Espíritu” vivo que se manifiesta de forma polivalente –mito, religión, ciencia, lenguaje, historia y arte-, y como manifestación rica que permanece y evoluciona en instituciones. Afirmamos que la cultura guarda una relación de tensión y confirmación con la sociedad en devenir, en el medio sustantivo de los conflictos y los intereses en juego de grupos humanos y naciones. Y esa dialéctica, asumida y reflexionada críticamente a través de nuestra escritura, proviene y se dirige hacia un referente fundamental: el devenir histórico de la sociedad. Este libro quiere demostrar que tal tejido dialéctico entre la cultura y la sociedad es patente en nuestra historia colombiana, y lo hace y postula en el medium parcial de la crítica cinematográfica. Proyecto que se sabe fragmentario y quizás solidario de otros enfoques, pero que en cualquier caso, afirma que una de las funciones de las disciplinas sociales en su relación con la filosofía, es comprender críticamente la sociedad en el tejido de sus manifestaciones espirituales, y en cierta forma autoconscientes, con la orientación de aportar a la construcción de una praxis política más consciente y participativa. El arte, y su experiencia, no es un universo tan autónomo en sus leyes internas, que pueda ofrecerse a quien lo vive sólo como refugio y solaz para el gusto y la meditación; también es una modalidad estética de pensamiento que avanza junto con el devenir social, hacia la política grande de su comprensión y transformación.
Habría una tarea que entre muchas otras, interesa a la filosofía y a las disciplinas sociales y estéticas: al interpretar las expresiones que destilan temporalmente sentidos para nosotros, es posible volver a encontrar y proyectar el significado latente de nuestras identidades en juego, no para descubrirlo de una vez por todas, sino para despertarlo históricamente en la tarea de reafirmar quiénes somos. Podemos concebir entonces, que antes de objetivar lo social en algún sentido, porque éste interesa al sociólogo, al cineasta, o al historiador para narrarlo o conocerlo, hemos de reconocer a su vez, el substrato a partir del cual el investigador procura objetivar, bajo una cierta mirada, y no de una manera total, el tejido social que lo sostiene a él en el tiempo y el espacio, y se traduce en todas las acciones y significados que constituyen su vida. Esa anterioridad de lo social, interiorizada en la singularidad de la existencia personal y en la intersubjetividad, implica y motiva una labor de la cultura en el tiempo. Es desde aquel tejido, que el acercamiento hermenéutico al curso temporal, se abre a repetidos e inacabados desvelamientos. Aproximaciones que no pueden ser definitivas, porque la red histórica es infinita hacia atrás en los sedimentos que pueden ser retrotraídos a la actualidad reflexiva y discursiva del intérprete; actualidad que igualmente ostenta una virtualidad de posibilidades que se proyectan al porvenir, no porque el intérprete de la historia postule una utopía, que también importaría como posibilidad, sino más hondamente, porque al realizar una trama de tiempo y discurso, se mueve con el tiempo hacia delante, lanza una interpretación hacia los hombres del presente y el futuro, que para ellos, como para él, interesa como un modo de ser en el mundo, y no como un exclusivo ejercicio intelectual. El intérprete es a la vez aquella subjetividad que discurre temporalmente desde su relación con el mundo, y aquel que, tallado en esa temporalidad, recibe creativamente la procedencia del mundo, como una dimensión cultural que lo atraviesa con huellas de tiempo. El intérprete se debe y se lanza con ello, hacia un diálogo y comunicación con los otros, que motiva en la toma de conciencia que implica, una praxis política creciente en la historia.




TEMARIO

Capítulo I
Imaginarios religiosos
(Bajo el cielo antioqueño, María Cano, Cóndores no entierran todos los días)

Capítulo II
Cultura política en la mitad del siglo XX
(Fragmentos-Langosta azul, Canaguaro, Confesión a Laura, El río de las tumbas)

Capítulo III
Mundos provincianos
Primera Parte
Mito, Oralidad y Tradición
(Nuestra voz de tierra memoria y futuro, La boda del acordeonista, Siniestro)
Segunda Parte
Moral y Sociedad
 (Visa USA,  La deuda, Los viajes del viento)

Capítulo IV
El germen literario en el cine colombiano
Primera Parte
 Machismo y sociedad patriarcal
(Tiempo de Morir, Crónica de una muerte anunciada)
Segunda Parte
Eros y Mito
(Milagro en Roma, La mansión de Araucaima)

Capítulo V
Visiones del conflicto armado
(La toma de la embajada, Golpe de estadio, La primera noche, La sombra del caminante,  Soñar no cuesta nada,)

Capítulo VI
Violencia urbana y narcotráfico.
(El rey, Amar y vivir, Vendedora de rosas, María llena eres de gracia, Rosario tijeras,  El colombian dream, sumas y restas)



Capítulo VII
Ciudad y vivencia interior
(Rodrigo D, Kalibre 35, Soplo de vida, Terminal, Al final del espectro, El ángel subterráneo.)

Capítulo VIII
Comedia urbana
(La estrategia del caracol, La gente de la universal, Diástole Sístole, Un tigre de papel)


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