domingo, 21 de junio de 2020

LA METAMORFOSIS DE SU EXCELENCIA




LA METAMORFOSIS DE SU EXCELENCIA
Desde el corazón de la Violencia


¿Tiene la Violencia algo que ver con el ejercicio del poder y la manipulación del Estado por las élites políticas y económicas? ¿Se concreta parcialmente dicha manipulación en las acciones y omisiones que un presidente ejerce? ¿Se ofrece ello como una recurrencia de la historia colombiana que ostenta a lo largo del tiempo nuevas figuras terroríficas?

Habría que recorrer despacio y con cautela la historia de la segunda mitad del siglo XX, por decir lo menos, hasta llegar a nuestros días. Dejo eso a la imaginación del lector, y ahora le invito a recrear poéticamente aquella Violencia, desde el magistral cuento de Jorge Zalamea, titulado La metamorfosis de su Excelencia (1949).




                                                                JORGE ZALAMEA

Se trata en este relato de entrar en la conciencia del presidente de la república (¿Mariano Ospina? ¿Laureano Gómez? ¿ Gustavo Rojas Pinilla? ¿Alguno otro después de ellos? Usted dirá, lector o lectora), desde el olor de la muerte que llega a Su Excelencia, en la época de la Violencia de los años cincuenta. A partir de una visión puramente cristiana, el presidente es sometido, por obra y gracia del olor, a una toma de conciencia culposa, sobre su responsabilidad en las matanzas que acontecen luego de la muerte de Jorge Eliécer Gaitán. Entonces descubre el gobernante, bajo una sincronización perfecta en las fases narrativas, que el olor a cadaverina es solo de él, que ese olor ajeno, en todo caso se encuentra en su entraña. Y simbólicamente ese olor abre su conciencia cristiana, porque él se ve como el responsable de la ida al infierno de aquellos que mueren en pecado, como vengadores de sus muertos, en una cadena sin fin de asesinato y venganza.

Pero en un momento de lucidez y nostalgia, motivado por su desazón y angustia con el olor a muerte, el presidente recuerda un momento puro de su vida, en su infancia, cuando lo educaban los jesuitas y él iba a la montaña con sus compañeros de colegio a bañarse en un lago azul rodeado de olorosos y frescos pinos, que contrastan con el olor nauseabundo de la cadaverina, y nos hablan de una pureza perdida irremediablemente.

Llama a su edecán y a su chofer para que lo lleven allí, y sube a la montaña recordando la pureza de su infancia. Se desnuda y se lanza hacia el agua que lo acoge en medio de una noche que descubre a la luna subir por el cielo, siente la pura frialdad cristalina de ese lago azul. Pero el lago al final queda emponzoñado por el olor que se desprende del cuerpo del presidente.

De este modo, Su Excelencia, que se bañó desnudo en el lago azul, y lo enturbia con su cuerpo, es recogido compasivamente por sus servidores para llevarlo de nuevo a palacio, metamorfoseado ya en el monstruo que es.